Sé fuerte: aprende a desprenderte de lo malo
Horas y horas detrás de uno de tus escritos; el duro sacrificio de tiempo de sueño; la resignación tras rechazar una nueva salida con tus amigos. Y una vez que, con toda la calma del mundo, te detienes a repasar el fruto de tu trabajo... descubres horrorizado que no te gusta. Lo mires por donde lo mires, lo releas las veces que haga falta, no te convence, pero no puedes reconocer, o cuesta mucho hacerlo, que aquello que tanto te ha costado construir no es bueno. Aún más, es malo.
Cierto, es difícil encontrar tiempo hoy día para ponerse frente al teclado y uno espera que no termine convirtiéndose en tiempo perdido. No obstante, puede suceder que no obtengas el resultado que esperabas, incluso que te decepcione. Si este es el caso, habrá que hacer un ejercicio de autocrítica lo más objetivo posible. Dicho así parece algo muy sencillo de hacer, aunque no lo es en absoluto cuando se trata de algo que ha salido de ti.
De primeras, piensas que se puede salvar. Un recorte por aquí; una mejora de personaje por allá; una subtrama eliminada para enriquecer otra paralela... Quizá haya suerte y logres darle la vuelta a la tortilla, que la trama resurja de sus cenizas, el protagonista tome un nuevo cariz mucho más atractivo o el final tenga un mayor sentido, pero debes volver a plantearte la misma pregunta: ¿Merece la pena?
Muchas veces, la ilusión y la pasión nos ciega. Cuando el chispazo de la inspiración tambaleó tu mente y visualizaste toda una obra maestra, digna de colocarse en un lugar preferente del panteón de los libros, no tenías ninguna duda de que acabarías satisfecho con el resultado, por eso duele reconocer que no lo ha hecho, después de haber invertido tanto en el proceso. Todo esto porque estoy presuponiendo que te interesa el reconocimiento del lector, que te importa lo que dirán de ti y tu obra y no quieres sino la mejor de las críticas. Siendo así, debes ser valiente, muy fuerte, y capaz de desechar aquello que no merece la pena, que no puedes salvar, que hundirá tu carrera antes de que empiece o hará huir al lector que ya te habías ganado con trabajos anteriores. Si hay que marcar la opción eliminar, hazlo. Prepara antes a tu lado una caja de pañuelos si lo necesitas o ve a comprar una tarrina grande de helado en la que enterrar tu frustración, pero hazlo: Deshazte de lo que es malo. Duele, lo sé, pero será mejor que dejar al mundo un borrón bochornoso que, tal vez, jamás deje de perseguirte.
Jorge A. Garrido
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